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ESA NOCHE.


En realidad tienen razón y esto es precioso.
Desde el minuto cero, lo supe.
Desde aquella partida. 
Desde la caída del día siguiente.
Desde que te plantaste en mi portal.
Desde aquella mentira que te creíste.
Desde tu enfado porque no recordaba tu nombre.
Desde aquellas palomitas.
Y desde aquel golpe.
Desde la ballena.
Desde esa respuesta.
Desde ese grito.
Desde la fiesta.
Desde la tirita.
Desde que escondí ese chupetón por no ser tuyo.

Me lancé a su mejilla como una víbora en busca de una rata que engullir. No sé ni como lo hice, pero el caso es que acabó riéndose de mi mientras mi rabieta de niña pequeña le daba golpes en el pecho. Y yo seguí repartiendo besos en otras mejillas, que nunca me han parecido,ni me parecen, la mitad de perfectas que aquellas.Y de repente se sentó sobre mis piernas. Yo anduve muerta en vida hasta que se sentó al lado y colocó una de sus ellas sobre las mías mientras satirizaba sus ex novias, y para mi eso era primavera a principios de noviembre.Y le coloqué el gorro. Me dio por entrelazar las piernas con las suyas y sentí el roce de sus dedos en ellas.Y poco me faltó para correrme. Y a partir de ahí vinieron risas y más risas de esas que solo él sabe provocar. Y me trajo una copa. Y la cámara de fotos. Y se enamoró de unas cuantas.Y me hizo tropecientas mil.Y hablamos de su guitarra.E intentó ponerme muy celosa. Y yo y mi ingenuidad queríamos matar a muchas chicas. Y el que nos une y a la vez nos separa se hizo daño. Y todos se fueron.Todos, Menos él. Y resolvió muchas de mis dudas mientras se le dormía la pierna por mi culpa.Y robamos un móvil. Dos veces. Y me reía de él y él de mi. Y nos reímos a la vez. Del otro. Y fue un caballero. Sin espada pero con una palestina preciosa. Y esperó a que cerrase la puerta, mientras yo le decía que se fuera y él se negaba. Le dije que no me mirase, que me ponía nerviosa. Y tan nerviosa me puso que rompí las llaves. Y que se rió de mi. Y me quise morir de amor.Y rechazó mi botella. Y me dijo que no le gustaban los regalos. Y me volvió a negar los besos. Y me enfadé. Y me gritó. Y me dejó el carillo lleno de babas.Y dije que estaba lloviendo.Y me llamó fea. Y llegué a casa. Y no quería lavarme la cara. Y entonces vi que la primavera se había terminado. Y que los cerezos habían dejado de florecer.Dicen que solo pasa una vez.Ojalá se equivoquen, tanto o más que yo antes de aquella noche.
Y es que yo por él, me convertiría en prosa.
Y ahora soy tristeza.

2 comentarios:

Hay galletas de chocolate en la puerta.
No olvides el camino ;)